Y entonces se produce una de las más radicales transformaciones que ha vivido la cultura humana en toda su historia, un cambio que algunos no dudarían en calificar «El Gran Salto Adelante» pero que aquí llamaremos «La Gran Divergencia»: con la coartada de ir más allá de lo evidente (la mística, la metafísica, recuerden), las artes plásticas renuncian a la figuración, la música renuncia a la armonía, la poesía renuncia a la métrica y a la rima, y hasta la prosa ensaya formulaciones que prescinden de la cortesía mínima de la puntuación o la voz narrativa.