Desde los 14 meses, los bebés imitan de forma servil las acciones de una persona, incluso si no les parecen provistas de sentido (Gergely, Bekkering y Kiraly, 2002). Si ven que alguien toca un botón con la cabeza mientras tiene las manos ocupadas, la razón les dicta que es suficiente con apoyar la mano, y eso hacen. Pero si ven a la misma persona apoyar la cabeza sin motivo específico alguno, ya que sus manos están libres y a la vista, entonces parecen abdicar de cualquier razonamiento y confiar ciegamente en el adulto: se ponen a imitar con fidelidad la acción que acaban de ver, aunque esté desprovista de sentido