Los personajes de Falsa guerra son náufragos en tierra firme: algunos quieren marcharse de Cuba y no pueden, otros se fueron y nunca acabaron de llegar del todo. Viven en un limbo entre la realidad y el deseo, entre el pasado y el futuro, entre el país de origen y el de destino, a la espera de una promesa, una confirmación o, simple y llanamente, una tregua. Todos ellos se hallan paralizados, inmersos en una falsa guerra que se libra en virtud de ninguna verdadera pasión, de ninguna auténtica idea. Con una estructura atomizada, que refleja con brillantez la desintegración provocada por el desarraigo, y una narración llena de ternura, desencanto y melancolía, Falsa guerra es un recuento memorable y conmovedor de los pasos perdidos hacia ninguna parte que impone el exilio.