Leí este libro con el corazón en la mano pero no pude detenerme. Necesitamos humanidad para entender los procesos de embarazo, parto, aborto y todo lo que está alrededor. Qué librazo.
No soy madre, nunca he estado embarazada y me conmovió profundamente este texto escrito desde la evocación del dolor. La autora logra transmitir magistralmente lo que vivió y despertar una profunda indignación, y repudio, frente a la violencia obstétrica.
A través del texto ofrece no solo la crónica de su pérdida, sino el retrato de una sociedad rusa conservadora -en la que bien pueden encajar muchas otras- que castiga el duelo y estigmatiza la depresión; en donde la mujer es vista como portadora de la desgracia y como tal debe cumplir su penitencia en silencio.
Finalmente, invita a reflexionar oportunamente sobre las leyes que permiten el aborto y cómo se obstaculiza el acceso para llevarlo a cabo de forma segura, gratuita y con el debido acompañamiento psicológico.
Uff que dolor. Ha sido una lectura con toda la perspectiva maternal, punzante y muy melancólica. Que valentía de hacer un recuento de daños, de sufrimiento, de desesperación. Muy especial.