Los relámpagos desgarran el cielo y destruyen su azul, presagian las tempestades; así rasgué mi alma, mi fantasía siempre equivocada. La claridad de una dicha se filtraba en mi vida en instantes sólo creados por la ilusión, para caer después en la tiniebla más densa, en el vacío sin fin, en el pozo sin fondo. Sólo contigo puedo hablar así; llamar las cosas por su nombre y decirles noche, flor o lluvia: nombrarlas como lo que son o fueron