podríamos llamar la “geografía del aprendizaje”. Si asumimos, nuevamente con TOMASELLO (2009, pág. IX) que en términos biológicos se puede hablar de cultura “cuando los individuos aprenden socialmente hasta el grado de que diferentes poblaciones de una especie desarrollan diferentes formas de hacer las cosas”, la acumulación cultural va a conllevar también una diversidad en las formas de representación y aprendizaje, que contrastará con la universalidad del funcionamiento de nuestra mente primaria, tal como se ha descrito en capítulos anteriores, de forma que, según veremos en el Capítulo VIII, con el que se cierra el libro, diferentes culturas reconstruirán de modo distinto las funciones psicológicas primarias, producto de nuestra herencia biológica.