Estas microficciones juegan con los miedos, los fantasmas, las imágenes raras y retorcidas de escenarios cotidianos. Me gustó, me parece divertidamente aterrador.
En términos de mini ficciones, este libro me agradó más, pues tiene tramas y atmósferas coherentes y un solo objeto maldito como foco de su obsesión: la casa de muñecas.
No solamente veremos fantasmas, muertos vivientes, conventos diabólicos y edificios derruidos, sino una especie de exploración de la infancia y la belleza y lo frágiles que son. La casa de muñecas es también un pequeño espejo de la vida familiar, juguete-metáfora que posee tintes inquietantes que la autora explora muy bien.
Su mayor fuerza es, creo, la potencia de sus frases, y la ambigüedades calculada para poder generar plotwists incluso en la más pequeña de sus historias; tramas que develan su verdadera naturaleza al final y cimbran más los cimientos del miedo.
Las ilustraciones tienen un estilo muy interesante, aunque no creo que se nutran lo suficiente del material de origen y, además, la escuela paleta de colores no los volvió muy memorables, al menos para mí. Sin embargo, sí que aportan algo al libro, y hay 2-3 imágenes fascinantes.
La autora inserta una atmósfera de oscuro cuento de hadas que me hizo pensar en Angela Carter, y sabe perturbar con el uso de niños transfigurados, que representan la corrupción de la inocencia. Criaturas monstruo, todo un carrusel de otredades. Todo está aquí.
📣 "Recorrieron el pueblo y nadie los quiso. Al anochecer, un poco más flacos, menos limpios y rubios, los niños fueron desandando el camino hasta que llegaron de nuevo al claro del bosque. Se dieron la mano y saltaron juntos. Muy silenciosa, se los tragó el agua negra del pozo."
Buenísimo, breve y siniestro. Las ilustraciones están increíbles.