Para ello hay que ponerse cada mañana frente a un espejo, relajarse con una respiración suave y profunda y luego, fijando los ojos, captar la propia mirada reflejada en el cristal y repetirse en voz bien alta: «Mis canales sutiles se están abriendo, mi mente es perceptiva sin el auxilio de los sentidos. Estoy en armonía conmigo mismo y con todo el universo».