El dedo

a sociedad está hipersexualizada. Hay sexo por todas partes. La seducción más explícita está casi omnipresente en la publicidad y el porno a golpe de clic es uno de los lugares a los que acuden los adolescentes para aprender sobre sexo.

Pero mientras menstruamos resulta que sentimos deseo, impulsos sexuales, y podemos tener sexo muy satisfactorio; la masturbación es en especial altamente placentera en esos días porque tenemos la zona sensible en extremo y los orgasmos son más intensos.

Qué papel tienen los medios de divulgación científica en esta tarea de difusión y concienciación?

a escritora Rachel P. Maines

Sexo para uno: el arte del autoerotismo o El orgasmo en 4 actos

nuestros hijos no necesitan ni información ni la aprobación de miles de expertos para saber que lo que están haciendo es plácido, sencillo, inocente y natural.

En una charla TED, la divulgadora científica y periodista Mary Roach sorprendió al mundo mostrando un estudio que asegura que incluso los fetos, alrededor del mes séptimo de gestación, sienten placer y son capaces de masturbarse. Según explica Roach, solo es un acto inconsciente. Pero un acto bastante significativo.
Mientras que nosotras, desde fuera, tenemos miedo y nos vemos sometidas a todo tipo de juicios, ahí dentro, en el calor del útero,

Se trata de «Maximizando el placer sexual durante el embarazo», donde la autora plantea la ironía que supone que un proceso resultante del sexo sea interpretado en nuestra sociedad como algo completamente ajeno a él.

«El embarazo, el parto y la crianza son estadios sexuales —añade María Llopis—. Negarlos supone una pérdida de nuestro potencial sexual. La ginecología actual y la sociedad en la que vivimos niega de forma rotunda la sexualidad de la mujer, reduce esta al coito con fin reproductivo, ya que, cuando queda embarazada, se considera que su sexualidad ya no es importante ni pertinente».

Si lo fue o no, no tenemos forma de saberlo, lo cierto es que lamentablemente me parece más común que se plantee el aspecto terapéutico en el caso de Sexton, una mujer, y además poeta, que en el de García Ponce, un hombre-novelista.