Varias veces me pregunté por qué no la seguí. Por qué no hice como el Poeta que les cantaba a los decapitados, a los colgados, a los abaleados, a los sepultados y a los ahogados a través de ballenas y sirenas, es decir, a la vida que continúa y se reconstruye pese al terror. Por qué no pude hablar el lenguaje de los desaparecidos. Por qué no imaginé un futuro con ellos, aunque fuera uno fantasioso e inverosímil, aunque fuera uno irrealizable. Por qué no intenté ser joven junto a Noa.