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Carmen Cáceres

La ficción del ahorro

  • Agustina Chavezцитирует19 часов назад
    Conviene tener siempre un pasado a disposición, un relato habitable y más o menos vanidoso de la propia historia que ayude a sostener la voz para decir, en el instante propicio, ahora. Toca entonces contar el origen de esos dólares. No las peripecias de mi madre y mi segundo padre como ahorristas —los esfuerzos y renuncias de cualquier clase media— sino lo que esos dólares condensaban como promesa de valor. Porque ahorrar es vivir ya en otro tiempo. Es ubicar la zanahoria delante y alinear las decisiones cotidianas para llegar a un espejismo que se encuentra siempre un poco más allá. La tranquilidad no está en el futuro, sino en el presente que se ordena porque el ahorro moldea la imaginación. Delimita el tamaño de los futuros posibles, recorta las fantasías íntimas para que se conviertan en imágenes realizables: escenas en las que somos más libres, más generosos, estamos más sanos o vivimos en una casa que podemos pagar. La historia del ahorro, por lo tanto, es una posible historia de la fantasía humana
  • Agustina Chavezцитирует20 часов назад
    La realidad es una puja de distintos planos como placas tectónicas que presionan y se superponen en el pensamiento.
  • Agustina Chavezцитирует20 часов назад
    Un par de años en Buenos Aires son suficientes para desarrollar un radar callejero que diferencia las amenazas reales de los movimientos bruscos pero inofensivos. Es una destreza nueva que me llena de orgullo. Mi primer paso hacia la vida adulta consistió en perder la mirada pueblerina, siempre cóncava y asombrada, y desarrollar la «viveza criolla» de la Capital, esa mezcla de ingenio y velocidad que hace sentir tan modernos a los porteños.
  • Agustina Chavezцитирует20 часов назад
    La tensión ciudad grande-ciudad pequeña a veces se traduce en roles más sutiles e hirientes: hombre de mundo-mujer de provincia, forastero sin códigos-guía cínica y local. «Vos no entendés porque no sos de acá», dice mi madre. «Vos no entendés, porque solo viviste acá», responde mi segundo padre. A pesar de que la irrita y hasta la avergüenza la supuesta superioridad porteña de mi segundo padre, en el fondo la tranquiliza estar casada con alguien que no es de la ciudad. Le permite sentirse diferente y, a la vez, defender a conciencia la idiosincrasia local frente a quien no sabe apreciar la alegría sin ambición de la provincia. Cuando mi madre está de buen humor, dice que su trabajo es analizar sistemas impositivos de otros gobiernos para replicarlos en Misiones. Cuando está de mal humor, dice que es ir a reuniones con cuñados de políticos infradotados. No es una mujer a la que le interese tanto «tener razón» (mérito urbano, transitorio) como «hacer las cosas bien» (mérito provinciano, a largo plazo).
  • Agustina Chavezцитируетпозавчера
    En su imaginación, el veintidós no era —no podía ser nunca— parecido al veinticuatro porque más que una figura, cada número era una función atada a otras cifras, y todas juntas armaban una retícula que aprisionaba con fuerza a la realidad.
  • Agustina Chavezцитируетпозавчера
    Conviene tener siempre un comienzo a disposición, algo dispuesto a arrancar en el preciso instante en que se dice ahora porque todo comienzo es una promesa de continuidad y a veces —muchas veces— con la promesa alcanza.
  • Alfonso Velascoцитируетв прошлом месяце
    Si ahorrar es vivir en otro tiempo, desahorrar es alojarse en un presente radica
  • Alfonso Velascoцитируетв прошлом месяце
    Conviene tener siempre un pasado a disposición, un relato habitable y más o menos vanidoso de la propia historia que ayude a sostener la voz para decir, en el instante propicio, ahora.
  • Alfonso Velascoцитируетв прошлом месяце
    A todo el mundo le conviene tener un futuro a disposición, algo a la espera, capaz de arrancar en el instante exacto en que se dice ahora porque decir ahora es entregarse —por fin— al azar de las cosas que son.
  • Alfonso Velascoцитируетв прошлом месяце
    No son una realidad paralela, sino que forman parte de mí y presionan por imponerse a los gestos de esnobismo urbano y ansia de mundo. No son un lastre. Son un detector de mentiras. Un juez imprudente. Una garantía de regreso al hogar.
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