La abolición del trabajo doméstico como responsabilidad exclusiva e individual femenina es, claramente, un objetivo estratégico de la liberación de las mujeres. Pero la socialización de este trabajo —incluida la preparación de las comidas y el cuidado de los niños— presupone el final del reinado de la búsqueda del beneficio en la economía. De hecho, el único paso significativo para terminar con la esclavitud doméstica se ha dado en los países socialistas. Por lo tanto, las mujeres trabajadoras tienen un interés especial, y vital, en la lucha por el socialismo. Bajo el capitalismo, las campañas a favor de que se creen más empleos en igualdad de condiciones con los hombres, acompañadas de movimientos a favor de instituciones que proporcionen una atención a la infancia pública y subvencionada, contienen un potencial revolucionario explosivo. Esta estrategia cuestiona la validez del capitalismo monopolista y, en última instancia, debe indicar el camino al socialismo