Bajo la atenta mirada de los cuervos, la vida de los habitantes de Brisea discurre con aparente normalidad. El país está a punto de conmemorar el trigésimo aniversario de la desaparición de la Isla, una tierra extraordinaria que era capaz de emerger y sumergirse cada cierto tiempo. Los isleños que no se marcharon aún sufren las consecuencias de lo que muchos consideran una traición, pero todo está a punto de cambiar.
En medio del mar aparece un muerto. En un cementerio nace la revolución.
La amenaza se cierne sobre un grupo de jóvenes, los secretos de un pasado que está más presente de lo que sus familias se atreven a confesar. Brisea no ha curado sus heridas y, mientras algunos juegan con ellas, hay nombres y apellidos que, aunque permanezcan ocultos, no deben ser olvidados.