En 1910 una investigación del Gobierno británico verificó que, en la selva del Putumayo, la misma selva donde Robuchon había desaparecido años antes, la Peruvian Amazon Company había cometido un genocidio al tratar de pacificar y esclavizar a los indígenas muruis, boras, nonuyas, ocainas, andoques, resígaros y muinanes: los castraron y decapitaron, los rociaron de gasolina y les prendieron fuego, los crucificaron boca abajo, los flagelaron, los mutilaron, los hicieron morir de hambre, los ahogaron y sus restos fueron arrojados a los perros. Los secuaces de la empresa violaron mujeres y abrieron a golpes cabezas de niños. Todo esto lo relató Roger Casement, cónsul general británico a cargo de la investigación, quien calculó que unos treinta mil indígenas murieron a manos de esta compañía, conocida como «el paraíso del diablo».