Frederica Kimball había estado esperando toda su vida. Esperando a crecer, esperando a convertirse en una mujer, esperando el día en que Nicholas LeBeck estuviera tan locamente enamorado de ella como ella de él… Y ahora, por fin, estaba preparada y la espera había terminado.
Nick aún no podía creer que la pequeña Freddie se hubiera convertido en una mujer tan impresionante. Ni que sus sentimientos por ella empezaran a ir más allá del simple cariño para terminar convirtiéndose en una atracción irresistible.