Bienvenidos a América

uizá que es la herencia. En mi familia esa herencia causa estragos. Implacable. Con los descendientes directos. Tal vez yo llevaba dentro el silencio desde siempre.»

Mi madre me secó las lágrimas y dijo: Tienes que ser como eres, ni más ni menos.

o había sido una niña alegre, decía mi madre. Siempre estabas contenta. Ya no. Si por lo menos pudieras decirme por qué… No puedo decir nada. Solo sé que no estoy ni contenta ni triste. ¿Acaso creía que le llegarían mis pensamientos? Ella necesitaba que la tranquilizaran, igual que los demás. Siempre andaba a vueltas con su preocupación. ¿No es suficiente ya? ¿Hasta cuándo va a durar esto?
Hasta que me muera, podría haberle respondido. Podría habérselo contado todo.

de pronto surgió como una idea de la nada, esto: que yo tenía que morir.

Querido Dios que estás en el cielo. Protege a mi madre y haz que sea feliz. Protégela y haz que yo muera.

Querido Dios. Haz que muera mi padre. Quiero que muera y Tú tienes que ayudarme. Vamos a hacerlo ahora. Juntos. Tú y yo. Vamos a matarlo. Es mi mayor deseo. Amén.

Uno cree que quiere que se cumpla lo que desea. Pero no es verdad. Uno nunca quiere ver cumplidos sus deseos. Es algo que altera el orden

un imposible. Andar manipulando el tiempo es peligroso. Todo lo que terminamos viendo.

Me imaginé una vida entera con los pensamientos y comprendí que era

Ponía en fuga los pensamientos. No quería saber de ellos, pero eran fuertes, los pensamientos. Sabían que yo solo era una niña. Que no tenía nada con lo que oponer resistencia.