Durante cientos de años, los gitanos búlgaros entrenaron osos para bailar, integrándoles en sus familias y llevándolos de gira por carretera para actuar. A principios de la década de 2000, con la caída del comunismo, se vieron obligados a liberar a los osos en un refugio de vida silvestre. Pero incluso hoy, cuando los osos ven a un humano, todavía se levantan sobre sus patas traseras para bailar. En la tradición de Ryszard Kapuscinski, el galardonado periodista polaco Witold Szablowski descubre historias extraordinarias de personas en toda Europa del Este y en Cuba que, al igual que los osos bailarines de Bulgaria, ahora son libres, pero que parecen nostálgicos de la época en que no lo eran.