Antes debemos estar preparados para la muerte que para la vida. La vida está suficientemente aprovisionada, pero ambicionamos sin límite sus provisiones; parece que algo nos falta y que siempre nos faltará. Que hayamos vivido suficientemente no lo consiguen ni los años ni los días, sino nuestra disposición anímica. He vivido cuanto era suficiente, queridísimo Lucilio; satisfecho aguardo la muerte