Novela de uno de los grandes de la literatura rusa, está ambientada en los momentos anteriores a la abolición del la servidumbre (1859), sistema social parecido al vasallaje de la Edad Media. El título hace referencia a las relaciones entre padres e hijos, a ese alejamiento que se produce cuando los jóvenes empiezan a independizarse. A veces las diferencias se llevan demasiado lejos: el afán revolucionario de los hijos no se detiene ante el dolor que pueden ocasionar a sus padres. El amor desinteresado, la admiración sin reservas y la convicción de que de alguna manera los vástagos son el relevo que da sentido a unas vidas que se acaban, están muy bien descritos en el libro. Pero sobre todo, “Padres e hijos” es un libro sobre el nihilismo, quedando Bazarov como prototipo novelesco del nihilista. Turgueniev parece que se inspiró en Bakunin para dibujarlo. Los grandes autores se caracterizan por ser hábiles narradores y al mismo tiempo conocer profundamente el alma humana en todas sus variantes. Los personajes que aparecen en “Padres e hijos” parecen reales, comprendemos sus reacciones, los vemos sufrir y alegrarse como si estuviéramos presentes en las escenas. El debate que se abrió en la inteligencia rusa entre los partidarios de la “occidentalización” de la sociedad, y los eslavófilos, defensores de sus esencias, queda muy bien reflejado.