«Con una de las prosas más exquisitas y desconcertantes que he leído jamás, Coleman relata la fragmentación de la memoria, la identidad y el cuerpo causada por una crisis nerviosa».
Claire-Louise Bennett
Algunos días, Marthe Gail cree que es Dios; otros, Jesucristo. Cree que su bebé ha muerto. La luz roja brilla. Hay barrotes en las ventanas. Y las voces siguen hablando. El tiempo se desdibuja, cae la nieve. Los médicos dicen que es una crisis nerviosa, que esto es el Hospital Estatal de Gorestown. Sus compañeras se convierten, a la vez, en amigas y enemigas, moviéndose entre la sala de día y el comedor, la sala este y el lado oeste, evitando en todo momento la sala larga. Su marido la visita y le enseña un mechón de pelo de su recién nacido, pero ella no se acuerda… aún; solo cuando consiga llegar ahí arriba, ascendiendo hacia la liberación final…
Basada en las experiencias de la autora durante su ingreso en un hospital psiquiátrico tras contraer fiebre puerperal, esta narración visionaria —heredera de El papel pintado amarillo de Charlotte Perkins Gilman y precursora de La campana de cristal de Sylvia Plath— traza un magnético, impactante y descarnado retrato de la maternidad y la salud mental.