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Maryse Condé

Yo, Tituba, la bruja de Salem

  • Frigáneaцитирует3 года назад
    Cocinar tiene la gran ventaja de poder mantener el espíritu libre mientras las manos se atarean frenéticas, presas de una creatividad que tan solo les pertenece y les incumbe a ellas.
  • Rocío Toledoцитируетв прошлом году
    Era un padre, un salvador, ¡un refugio!
  • Rocío Toledoцитируетв прошлом году
    No es un nombre asante. Yao se lo inventó para dejar así bien claro que yo era hija de su voluntad y también de su imaginación. Hija de su amor.
  • Maricruz Barrera Chávezцитируетв прошлом году
    Se decía. Se contaba. Se inventaba. Y el aire se llenó de un gran murmullo de palabras tenaces y suaves como las olas del mar.
  • Lizzette Canoцитирует2 года назад
    Será preciso que la sangre inunde nuestra memoria. Que nuestros recuerdos floten en su superficie como nenúfares teñidos de rojo.
  • Lizzette Canoцитирует2 года назад
    «No manches tu corazón. ¡No te vuelvas como ellos!». ¿Acaso vale la pena pagar tan alto precio por la libertad?
  • Frigáneaцитирует3 года назад
    El cielo es mi trono

    y la tierra estrado de mis pies.
  • Claudia Htцитирует3 года назад
    ¿Dónde estaba Satanás realmente, entonces? ¿No se escondería quizá entre los pliegues de los abrigos de los jueces? ¿No hablaría entoces a través de la voz de los juristas y de los hombres de la Iglesia?
  • Elizabeth Alvarez Joséцитирует4 дня назад
    Tuve suerte, pues una anciana se hizo cargo de mí. Parecía algo desequilibrada, traumatizada, pues había visto morir torturados a su compañero y a sus dos hijos, que habían sido acusados de instigar varios levantamientos entre los esclavos. En realidad, era una mujer que vivía instalada en el más allá, como quien dice, siempre acompañada por sus queridos difuntos y entregada a cultivar el don de comunicarse con los espíritus. No era asante, como sí que lo eran mi madre y Yao, sino nagó, oriunda de la costa. Respondía al nombre de Yetunde o Man Yaya, en criollo. Y todos la temían. Pero, no obstante, siempre acudían a verla, desde lugares de lo más lejanos. Man Yaya tenía grandes poderes.

    Lo primero que hizo fue bañarme en una gran pila donde flotaban unas raíces de olor fétido, y dejó que el agua purificase así todo mi cuerpo. Después me hizo beber una poción casera y me colgó al cuello un collar de piedrecitas rojas.

    —Estás destinada a sufrir mucho en esta vida. Sí. Muchísimo.

    Pronunció estas terroríficas palabras con mucha calma, casi sonriendo.

    —¡Pero sobrevivirás!
  • Zalveцитирует8 дней назад
    Incluso hay algunas que sirven para que florezcan palabras de esperanza en los labios de aquellos que solo conocen la furia, en los labios de los desesperados y de los suicidas.
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