Volverse Palestina

Nuestro mapa está intervenido por los asentamientos y nuestras ciudades se han vuelto espacios sofocantes de los que cuesta salir.

porque la empatía es imprescindible para convertir la razón en acción: porque nos ponemos en el lugar del otro es que nos manifestamos y decidimos hacer algo para detener la violencia o el abuso al que se le somete. Pero la acción política no solo debe verificarse en el sentimiento de empatía que nos provoca la situación del otro, sino que fundarse en la justicia de la reivindicación.

total empatía es entonces un nudo ciego que no se desata simplemente usando el mandamiento ético de imaginar a los otros en el lugar de la víctima. La posibilidad de la empatía como virtud literaria nunca podría (acaso no debería nunca) bastar para las decisiones políticas. Incluso podría volverse, la empatía, señala un sesudo empatólogo, una herramienta políticamente adversa.

pocos escritores sumergidos en situaciones de conflicto han visto en la capacidad de imaginar la condición necesaria para la empatía. La escritura literaria como dispositivo que permite nos encontrarnos con la humanidad esencial de los otros.

imagino a una Sontag impasible, una Sontag que levanta su rostro ya arrugado, sus pesados párpados, sus ojos negros, y mira al público entre las mechas de su pelo entrecano y a pedazos enteramente blanco, una pensadora evaluando la reacción de ellos mientras pronuncia estas preguntas acusatorias⁠—, que aunque la paz es, en principio, deseable, si implica la renuncia a demandas legítimas, si es una paz a costa de la justicia, entonces lo más plausible es que ocurra la confrontación bélica.

No hay armas más traicioneras que las del lenguaje.

Las versiones únicas se vuelven indispensables en tiempos de guerra y se imponen mediante su bombardeo constante por todos los medios.

De alguna manera vivir sin riesgo no es vivir.

«Cuando Palestina desaparece como palabra también desaparece como Estado, como país y como patria»

Las paredes palestinas son las páginas donde se reescribe el guion del holocausto que los judíos continúan legítimamente enrostrándole al mundo como víctimas. Los colonos israelíes, mientras tanto, les aplican los mismos términos a los palestinos en lo que queda de sus territorios.