ajan tan bien en el momento que quiero fotografiarlas y enmarcarlas. Julieta, nuestra prima, me mira cómplice mientras barniza por segunda vez las uñas de los pies de Ami (“Deberían ser más rosa pétalo que rosa bebé, ¿no lo creen?”) y hace un gesto hacia mí, que me encuentro abocada a la tarea de asegurarme minuciosamente que cada una de las lentejuelas del vestido de Ami esté orientada en la dirección correcta.
–Define “novia Godzilla”.
Ami vuelve a mirarme, esta vez con menos entusiasmo. Viste un conjunto de ropa interior elegante pero diminuto que estoy segura (con cierto grado de náusea fraternal) de que su prometido, Dane, destruirá más tarde