El nacionalismo es una de las manifestaciones contemporáneas más misteriosas y polimórficas de lo cultural, de los infinitos usos ideológicos y propagandísticos que permite su condición sentimentalmente indeterminada y, por ello, políticamente manipulable. Aproximarnos, desde el pensador alemán Johann G. Herder (1744–1803), a la génesis del nacionalismo y de su impactante concepto de cultura permite comprobar el llamativo vínculo entre un cierto radicalismo ilustrado y humanitario y el parto del nacionalismo como utopía emancipadora, universalista e igualitaria. Y entender, de una manera general y panorámica, el sentido histórico del proceso en virtud del cual el nacionalismo apolítico de Herder se transformó en la política de dominación asociada al culto romántico de la identidad cultural. Ya en el caso del pensador alemán, cabe observar el peligro que entraña abordar la política desde la cultura, como si la realidad del poder se pudiese tramitar con categorías estético-filosóficas. Cuando tal operación suele conducir, pese a las buenas intenciones de quien la auspicia, a instaurar un poder sin límites oculto bajo la propaganda de lo puro y auténtico, de los reinos de fábula.