Desde la perspectiva evolutiva citada, no tiene sentido catalogar a emociones como la tristeza, el miedo y la rabia como negativas, pues son emociones que están basadas en la supervivencia del individuo, del grupo y de la especie; por lo tanto, la dialéctica emoción positiva-negativa carece de lógica evolutiva. Quizás, si afináramos un poco más, sería más adecuado denominar a estas emociones como emociones difíciles o emociones con tono afectivo aversivo o emociones displacenteras.
En la tradición budista, no se hace esta distinción, ni siquiera existe el concepto emoción de la misma forma que lo entendemos en la psicología occidental, como un aspecto no racional o conectado con una tendencia a la acción. En esta tradición se habla de kleshas, que se ha traducido por emociones destructivas o aflictivas (que incluyen la codicia, el engaño, el engreimiento, la visión sesgada, la duda, el letargo, la inquietud, la insolencia y la imprudencia). Se entiende por emociones destructivas las que distorsionan la realidad e impiden que la mente perciba la verdad tal cual es, llevándola a pensar, hablar y actuar de manera parcial, y también atienden a la motivación que las inspira. Estas kleshas se originan como consecuencia o fruto de la ignorancia fundamental, la creencia en la existencia de un self inherente.