Libre

Los bostezos fingidos, aquella escenificación de quedarse en la cama y la simulada indecisión te hacían pensar que lo que habían querido todos esos años no era que sucedieran cosas concretas, sino que siguieran existiendo posibilidades abstractas.

–No era una manifestación. Eran uligans –murmuré mientras cruzaba el patio preguntándome por qué mi padre había usado aquella palabra: «manifestación».

Nunca me había parado a pensar en la libertad. No hacía falta. Teníamos muchísima libertad. Me sentía tan libre que a veces percibía mi libertad como una carga y, en alguna que otra ocasión, como aquel día, como una amenaza.

Hay que hacer lo que se pueda, brigadista», concluía mi padre, «pero al final, para cambiar las cosas, hace falta una revolución, porque nadie va a renunciar a sus privilegios sin que lo obliguen.»

Era un espíritu libre atrapado en un orden político muy rígido

El primer día, todo el mundo aparecía con su uniforme impecable y reluciente, presumiendo de sus nuevos cortes de pelo y llevando ramos de flores

Nini y Cocotte dejaban de hablar en francés y de golpe pasaban a hacerlo en griego.

de imaginar su mundo, de reordenar unos años que parecían atemporales, de recordar unos personajes que nunca había conocido o de dotar de significado a unos hechos que nunca había presenciado.

Más de la mitad de la población, incluida mi familia, perdió todos sus ahorros

En el pasado había sido un hombre inocente. Había sido una víctima. ¿Cómo había podido convertirse de pronto en victimario?