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Lea Ypi

Libre

  • Carlos Vasquezцитирует2 года назад
    Los bostezos fingidos, aquella escenificación de quedarse en la cama y la simulada indecisión te hacían pensar que lo que habían querido todos esos años no era que sucedieran cosas concretas, sino que siguieran existiendo posibilidades abstractas.
  • Jorge Baisцитируетпозавчера
    los países capitalistas, la gente decía que había libertad e igualdad, pero eso era solo sobre el papel, porque únicamente los ricos podían disfrutar de los derechos disponibles. Los capitalistas habían conseguido su dinero robando tierras, saqueando los recursos del mundo entero y vendiendo a los negros como esclavos.
  • Jorge Baisцитируетпозавчера
    diferencia de mi mundo, el suyo estaba dividido entre ricos y pobres, burgueses y proletarios, agraciados y desgraciados, libres y sometidos. Había niños privilegiados que, al igual que sus padres burgueses, tenían todo lo que querían, pero nunca lo compartían con los menos afortunados, cuyas penurias ignoraban
  • Jorge Baisцитируетпозавчера
    Algunos de los artículos de la tienda donde solo podías comprar con divisas se parecían a los que traían los camioneros o los marineros cuando volvían de sus viajes al extranjero como souvenirs para sus esposas e hijos, o para las esposas e hijos de parientes y vecinos: bolígrafos Bic, jabones Lux y medias de nailon. En casos excepcionales traían artículos más caros: camisetas, shorts y trajes de baño, con los que sus dueños desfilaban por la playa en verano y al final acabábamos distinguiéndolos según las marcas que llevaban puestas: «el hombre del Speedo verde» o «la chica del Dolphin rojo». Los amigos les decían: «Pareces un turista». En la mayoría de los casos era un cumplido. A veces podía ser una advertencia. Muy rara vez era una amenaza.
  • Jorge Baisцитируетпозавчера
    Nosotros sabíamos que no lo teníamos todo. Pero nos bastaba; todos teníamos las mismas cosas, además de lo que más importaba: la verdadera libertad.
  • Jorge Baisцитируетпозавчера
    En el colegio nos habían dicho que no interactuáramos con gente que no se parecía a nosotros. Nos habían aconsejado que cambiásemos de acera si nos cruzábamos con algún turista y que jamás, bajo ninguna circunstancia, aceptásemos nada de lo que nos ofrecieran, en especial chicles. «Sobre todo tened cuidado con los turistas que llevan chicles», nos repetía la profesora Nora.
  • Jorge Baisцитирует5 дней назад
    Y ahí descubrimos que no era necesario hacer cola. Que cualquiera podía elegir los alimentos que deseara. Que las estanterías rebosaban de productos, pero que los clientes compraban tantas cosas que apenas podían cargar con ellas. Que la gente no presentaba vales de comida y que parecía no haber un límite en lo que podían comprar y en qué cantidad. Nos preguntábamos por qué la gente hacía acopio de alimentos si podían ir a comprarlos siempre que quisieran.
  • Jorge Baisцитирует5 дней назад
    Otras personas refutaron mi interpretación. La profesora Nora nos explicó que, fuera de Albania, la gente nunca sabía el nombre de los que hacían las cosas, el nombre de los trabajadores. Dijo que en Occidente solo conocían el nombre de las fábricas donde se hacían las cosas, de los dueños, de sus hijos y de los hijos de sus hijos. Como Dombey e Hijo.
  • Jorge Baisцитирует5 дней назад
    o.
    La vez que más odié el francés fue cuando tuve que comparecer frente a un tribunal educativo especial para demostrar que estaba lista para entrar en el colegio. Normalmente nadie tenía que hacer un examen para comenzar el colegio: la educación era obligatoria y empezaba a partir de los seis o siete años. Unas semanas antes del inicio del año académico se formaban grupos de tres o cuatro profesores que recorrían la ciudad, llamando a todas las puertas para asegurarse de que no quedaba ningún niño sin matricular. El Partido se enorgullecía de haber erradicado el analfabetismo en tiempo récord y a menudo pasaban por televisión reportajes que mostraban cómo las ancianas que vivían en las aldeas remotas del norte habían aprendido a leer y a escribir y sabían firmar los documentos con su nombre en lugar de estampar una simple cruz. Las semanas previas al inicio del año académico siempre despertaban un enorme entusiasmo: se formaban colas de niños felices en la tienda de los pioneros y los padres charlaban unos con otros en las aulas donde se vendían los libros de texto. El primer día, todo el mundo aparecía con su uniforme impecable y reluciente, presumiendo de sus nuevos cortes de pelo y llevando ramos de flores. Como decía nuestra profesora Nora
  • Jorge Baisцитирует5 дней назад
    Como decía nuestra profesora Nora: «En los países imperialistas solo se puede ver tal entusiasmo durante la época de rebajas». Ninguno sabíamos que era una «rebaja», pero nos pareció estúpido preguntarlo.
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