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David Corbett

El arte de crear personajes

  • Lucas Molina Muneraцитируетпозавчера
    La palabra clave es «moral». Cuanto más te sumerjas en las decisiones que toman tus personajes y en el impacto dramático de esas elecciones, mejor discernirás la conjetura moral que el drama afirma o «prueba». Esta afirmación moral se conoce como premisa, y se centra con mayor intensidad en el protagonista.
  • Lucas Molina Muneraцитируетпозавчера
    Comprender tu historia, por tanto, requiere no solo comprender el deseo central del protagonista y su implacable oposición –la Unidad de los Opuestos–, que generan la batalla de vaivenes retratada en la acción. Requiere comprender la resonancia moral, emocional y temática que se intuye desde esa acción.
  • Lucas Molina Muneraцитируетпозавчера
    El protagonista es el personaje que transmite esa revelación moral, incluso si él mismo se niega a aceptarla o si la desconoce. Como tal, el protagonista es el mensajero responsable de llevar el significado de su historia al lector y al público.

    Con «significado» no me refiero a una moraleja que debamos extraer de la historia, como en una fábula de Esopo, ni a los epítetos y advertencias de William Bennett en los cuentos que reunió en El libro de las virtudes. El significado de una historia se siente en el cuerpo antes de que se formule en el pensamiento. Su naturaleza fundamental es dramática, no intelectual. Intuimos el significado a medida que las escenas se desarrollan, en un nivel visceral, emocional o intuitivo.
  • Lucas Molina Muneraцитируетпозавчера
    Quien pierda en una escena determinada regresa en la siguiente con más fuerza, tratando de recuperar la ventaja, y esta escalada continúa hasta la confrontación final, culminante, en la que prevalecen el protagonista o las fuerzas que se oponen a él, entendiendo que no es posible que aumente ya el conflicto. El lector o el público sienten que ya no puede seguir. La suerte está echada.
  • Lucas Molina Muneraцитируетпозавчера
    La Unidad de los Opuestos proporciona justificaciones morales iguales y opuestas: una para el protagonista, la otra para cualquier persona o poder que se le oponga. Escena a escena, cada bando lucha por la supervivencia y la supremacía. Cada ataque se enfrenta con un contraataque, y el contraataque debe ser más fuerte que el ataque anterior para construir la acción dramática. Si las implicaciones de «ataque» y «contraataque» resultan demasiado bélicas para tu historia, busca términos que se adapten a tu propósito: acción y reacción, tal vez, o incluso yin y yang. Se trata de expresar la oposición, porque es la oposición lo que genera el conflicto.
  • Lucas Molina Muneraцитируетпозавчера
    Lajos Egri llama a esta batalla entre deseos irreconciliables la Unidad de los Opuestos. El efecto dramático se incrementa cuando dos fuerzas enemigas se dirigen de frente una hacia otra, cuando el resultado final requiere que una de ellas venza. La negociación no es ya posible.

    Pero la escenificación dramática del conflicto requiere algo más que una comprensión adecuada de lo que el protagonista quiere y lo que le impide obtenerlo. Una historia es una empresa moral. Los personajes toman decisiones en pos de un objetivo, inspirado en un estilo de vida que esperan obtener, preservar o defender. Al hacerlo, sufren las consecuencias y asumen la responsabilidad de esas elecciones. La historia se gesta en las acciones que dan lugar a un clímax emocional que proporciona una revelación moral para el lector y la audiencia, si no para los personajes.
  • Lucas Molina Muneraцитируетпозавчера
    Cuando un protagonista no logra enganchar al lector o al público, el problema casi siempre está en la incapacidad de su autor para comprender bien en cada caso lo que está en juego: qué quiere el personaje, por qué lo quiere y qué riesgo moral y emocional asume para obtenerlo. Si, al leer un borrador de tu obra, un lector o editor te comenta que «no se ve al protagonista» o que no lo encuentra convincente, revisa primero esos tres puntos.

    El marco del conflicto: el protagonista y la premisa

    Para representar de manera efectiva lo que está en juego para el protagonista, es necesario que encuadres el conflicto adecuadamente: pon entre él y lo que desea algo tan formidable que su éxito permanezca en suspenso hasta el final.
  • Lucas Molina Muneraцитируетпозавчера
    Convocar la voluntad

    Sea lo que sea lo que el protagonista quiera, debe desearlo con todas sus fuerzas y con toda el alma, de tal modo que no conseguirlo equivalga a la muerte. Así se reconoce la necesidad de sentido y de propósito ante la aniquilación total que representa nuestra condición mortal. La búsqueda de ese sentido, cuando se entiende correctamente, exige nuestra dedicación absoluta.

    En la ficción dramática la búsqueda de significado se cifra en la persecución de un deseo, necesidad, ambición o meta primordial, aunque sean eventos externos los que obligan al protagonista a esa persecución. En las historias, esos deseos no son meros caprichos. Reflejan un ansia más profunda: de amor, de relevancia, de comprensión, de la seguridad acogedora del hogar. Y cuando el deseo del personaje por esas cosas se frustra, si se le niega, si se obstaculiza, si se amenaza su destrucción, despertará en él la plenitud de la entrega, en cuerpo y alma, a la defensa de lo que está en juego, que entendemos que es definitivo. El costo de su incumplimiento es la devastación, si no existencial, sí emocional, social o psicológica.
  • Lucas Molina Muneraцитируетпозавчера
    Se aconseja a los escritores principiantes que acepten la disciplina de limitarse a un solo protagonista. Ayuda a aligerar la historia y a aclarar sus implicaciones morales; permite que su estructuración sea más directa y sencilla; y facilita a los lectores que se involucren identificando a quién toca más de cerca la historia. Pueden apoyar o no al protagonista, pero tiene que importarles lo que le suceda.

    El protagonista es tan crucial para la naturaleza y la estructura de la historia que dedicaré este y los dos capítulos siguientes a estudiar su papel y finalidad, pues casi siempre entender bien a tu protagonista es fundamental para la historia que quieres contar.
  • Lucas Molina Muneraцитируетпозавчера
    en la mayoría de las historias hay sobre todo un personaje en el que se centra la atención, porque, de una o varias maneras:

    Responde a propósito al hecho desencadenante que cambia la situación existente al inicio de la historia.
    Se ve impulsado con más fuerza a la acción.
    Es quien más se está jugando en la historia.
    Despierta mayor empatía en el lector o la audiencia.
    Sirve como foco de la premisa moral de la historia.
    Este personaje es el protagonista o héroe. Prefiero el primer término por su neutralidad. La palabra «héroe» puede ser atractiva para ciertos sectores, pero conlleva un bagaje ideológico, político, semántico, que considero complicado y engañoso. El personaje a menudo se ve obligado a actuar de maneras que no encajan en la conducta del héroe clásico, o descubre que es bastante menos que eso. En las series de televisión de las últimas décadas hay más de uno de este tipo de protagonistas: desde Walter White en Breaking Bad hasta Don Draper en Mad Men, sin necesidad de mencionar a Tony Soprano. Pero cada uno de ellos despierta nuestra empatía por la profundidad de su deseo, la vulnerabilidad que revela, los riesgos que enfrenta, la forma en que finalmente acepta esos riesgos y la fuerza de su respuesta al conflicto.
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