Nunca es solo sexo

Aunque, históricamente, hayan sido las «minorías» sexuales las que han sido perseguidas e identificadas con la toxicidad y el peligro, el verdadero peligro lo constituye aquí seguramente la heterosexualidad, ya que es la única categoría sexual que precisa de la violencia para determinar sus propias fronteras.

síntomas del embarazo de una mujer –como las náuseas, los vómitos, la hinchazón abdominal, los calambres en las piernas–,16 y en un estudio incluso se descubrió que los hombres se imaginan que su propio cuerpo ha reducido su tamaño después de que sus parejas mujeres den a luz.1

personas adultas, es bien conocido el fenómeno del síndrome de Couvade, por el que un varón imita los sín

cuando William Masters y Virginia Johnson estudiaron la actividad sexual en la década de los sesenta, los miles de mujeres con las que hablaron dijeron sentir dolor durante el sexo en casi todos los casos, y sin embargo, solo tres se habían visto capaces de pedirle a sus parejas que tuvieran más cuidado (ni una sola de ellas les había dicho que pararan).8

Pero cabe suponer que, antes incluso de que la pregunta sobre la penetración sexual sea concebible para una mente infantil, exista la muy acuciante preocupación por definir «cuáles son mis bordes»

El acto del amor, escribió Freud, es visto así como un acto de violencia, con lo que la actividad sexual del futuro se convierte no en un motivo de ilusión, sino en una amenaza.

En el fondo, ¿de qué otro modo podría imaginarse un niño el acto de la penetración si no evocando imágenes de perforación y ruptura?

pero un hombre hetero, por muy excitado que esté, rara vez podrá admitir el deseo de que le hagan eso mismo a él

Imaginarse a una misma como portadora potencial de un niño implica que, en algún momento, será un objeto sexual abierto a ser penetrado, una idea que solo contribuye a agudizar las preocupaciones relacionadas con el propio cuerpo.

Antes solía decirse en broma que las únicas personas que comprenden que el sexo y la reproducción no son lo mismo son los antropólogos y los adolescentes,