Hay que dejar de ver el desnudo de mujer producido por hombres como una reacción inherente al arte, porque no es la consumación de la búsqueda de la belleza. No hay mayor tiranía que hacerse con sus cuerpos, usarlos, manipularlos y utilizarlos. Dejarlos a la vista y abusar de ellas es la confirmación de los grilletes domésticos, los que aún las mantienen atadas al marido, al hogar y a la familia: lejos de ellas mismas (y de sus deseos). Por eso el desnudo nunca es gratuito, porque ellas pierden el control de su propio cuerpo, es decir, su dignidad. Ellos ganan y dominan