En Teoría de las niñas se habla de la certidumbre de la existencia desde el territorio de la infancia como un sitio donde converge el tiempo, que parece inamovible, y la sensación de encuentro con lo imaginario. Desde la perspectiva del dibujante, personaje que aparece en estas páginas, unas niñas recorren el camino de la memoria, hasta crear un mundo como respuesta al olvido, sin nostalgia posible, tan sólo con la invención de sus propias tinieblas.
La historia sucede entre la desesperación y el silencio, entre la reflexión y los sueños en donde se evoca un sitio simbólico e irreal que hace de este libro un lugar donde no se retrocede ante nada.
Sin nostalgia, pero con un claro sentido de la existencia, el poema revela la perplejidad y el asombro de un lugar utópico.