e dijo que estaba bien, pero que si no iban a hacer eso tal vez ella podía ayudarle a hacer la tarea de Derecho. Regina se decepcionó, pero le ayudó igual. Luego me llamó por teléfono y regresé a su casa a prestarle mi hombro para llorar un rato. Me invitó unos Alfonso XIII a mí y le recordé las prioridades que teníamos a los ocho años; le dije que debíamos volver un poco a eso y dejar de preocuparnos por los hombres. Nos reímos mucho. No era para menos. Me imagino a la Regina que fue entonces, chimuela, gordita y con ese sonsonete fresa que ha tenido siempre porque su mamá habla igual, diciéndome su pequeña lista de prioridades:
—Comer, dormir, estar calientita y ver la tele.
Así, en ese orden. Seguramente yo había pensado en algunas también, pero me pareció que las de Regina eran insuperables y le dije que ésas serían también mis prioridades en la vida.
No nos duraron mucho. Ya en la secundaria una de las prioridades de las dos eran los seres humanos del sexo opuesto. Como decía mi mamá, “llegando a la secundaria todas las niñas se abocan al acecho y captura del homo sapiens”. Sí, nosotras también. Y es muy triste decirlo, pero no tuvimos lo que se llama un éxito rotundo en esa área. Por razones distintas: yo siempre he sido más bien tosca. Parece que entre mis programas preinstalados no venía uno sobre sensualidad. Esas cosas no se me daban entonces ni se me dan ahora. Claro, tuve que llegar a cierta madurez para admitir, sin hacer demasiado ruido, que soy mucho menos sexy de lo que quisiera. Regina tampoco tenía cúmulos de pretendientes detrás de ella, porque desde siempre ha sido más bien rolliza, pero cuando entramos a la secundaria —creo que fue culpa de que le llegó la adolescencia— se le despelotaron las hormonas y entonces sí se convirtió en la típica gordita. No era un tonel tampoco, de hecho ni siquiera estaba demasiado gorda del cuerpo, pero a pesar de que tiene una cara muy bonita y el contraste entre sus ojos verdes y el pelo negro siempre se lo han chuleado bastante, los cachetes como que la hacían ver más del tipo buena gente que del sexy. Y eso definitivamente no es de gran ayuda en el terreno romántico. Desde entonces ha intentado con dietas, ejercicios, milagros, y todo le ha servido a medias y a ratos. Yo también he intentado de todo, básicamente por solidaridad, aunqu