Es como cuando te enamoras, dice. El personaje de ficción es como el ser amado: siempre extraordinario, nunca una persona como las demás. Así que dejas fuera los detalles que asemejan a esa persona a todos los demás seres humanos. Y, por el contrario, tomas lo que te parece emocionante o intrigante, las cosas especiales que te hicieron en primer lugar querer escribir y las exageras.