Corre el año 1933, Hitler ha sido nombrado canciller de Alemania y la situación en Austria es cada vez más inestable. Sin embargo, Chatsworth, productor de cine británico, se dispone a realizar un drama romántico basado en una obra musical vienesa. Está convencido de que la película, titulada “La violeta del Prater”, será un éxito comercial si la dirige Friedrich Bergmann—un judío austríaco tan genial como impredecible que ha dejado a su familia en Viena—y escribe el guión Isherwood—una promesa de la literatura inglesa que acaba de regresar a Londres tras vivir en Berlín—. El resultado de este encuentro no es sólo un certero retrato de Londres y Viena en los críticos momentos que precedieron el estallido de la Segunda Guerra Mundial, sino también la apasionante historia, basada en las experiencias del propio Isherwood, de cómo nace y toma forma una película, superando las tensiones, las intrigas y la pugna de egos que a menudo amenazan el proyecto.
El mejor prosista en lengua inglesa
Gore Vidal