La palabra Ru, elegida por Kim Thúy como título de esta bellísima novela, significa «canción de cuna» en vietnamita, su lengua materna, y “arroyuelo” en francés, su lengua de adopción.
Tomando la forma del caudal de un arroyo (leve, continuo), la narración navega, a través de pequeñas escenas, lúcidas y precisas, engarzadas como los eslabones de una cadena, por los recuerdos de la protagonista, desde una infancia de ensueño y privilegio en Saigón a la huida precipitada del país en una barcaza, el paso por un campo de refugiados en Malasia y el comienzo de una nueva vida de inmigrante, junto a su familia, en Canadá.
Thúy recrea con gran delicadeza y luminosidad una historia que tardó treinta años en decidirse a escribir: la suya propia. Impelida por el deber de recordar, la novela no elude el relato de las dificultades a las que ha de enfrentarse un ser humano abocado a un proceso de reinvención impuesto por el exilio. Sin embargo, su punto de partida es la serenidad y la gratitud de quien, pese a todo, se siente en la obligación de ser feliz.
«La obra de Thúy, tan atenta a su tradición y sus fantasmas, pertenece a esa otra tradición (…) cual es la del exiliado y el viajero. Esto implica, inevitablemente, grandes porciones de soledad, de dolor, de contenida desesperanza. Pero también, y esto pertenece al mismo género literario, amplias muestras de gratitud y de asombro ante la inquieta maravilla del mundo.»
Manuel Gregorio González