Tras la Primera Guerra Mundial, Zweig se traslada a Salzburgo, mientras se forjaba la destrucción del sueño humanista en Europa. Allí escribe este libro, donde reúne catorce momentos vivos y ejemplares que marcaron la vida de la cultura y del ser humano.
Como un cronista ejemplar y con el estilo clásico de la literatura de aventuras, Zweig parece asistir a los acontecimientos que narra, sufre con ellos y participa de sus éxtasis: la mirada de Lenin en el tren hacia San Petersburgo, el ansia de vivir de Händel cuando compone El Mesías, la contemplación de los dos océanos por Núñez de Balboa, la nostalgia tras la conquista de Bizancio por los turcos, y tantos otros momentos vividos por Cicerón, Goethe, Tolstoi, el capitán Scott o Dostoievski.