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María Fernanda Ampuero

Sacrificios humanos

  • Maria gabriela Cruz rodriguezцитирует2 часа назад
    –¿Por qué no gritas, mamá? ¿Por qué no lo mandas a la puta mierda? ¿Por qué no le envenenas la comida? ¿Por qué no le cortas toda la ropa con las tijeras de jardinero? ¿Por qué no le pides el divorcio, mamá? ¿Por qué no dejas de mimetizarte con el sofá, con las cortinas, con el papel tapiz, camaleón estúpido, y no sales de ahí, de donde sea que estés y lo obligas a mirarte a la cara? ¿Por qué no das alaridos de loca, mamá?
    Yo nunca hice esas preguntas. Siguieron juntos.
    Mamá aguantó y aguantó, incluso cuidó a papá cuando el cáncer lo dejó hecho una piltrafa y no podía ni llegar al baño, pero sí podía mandarle mensajes a la otra mujer y, quién sabe, tal vez a otro hijo, otra hija. Lo cuidó cuando la respiración de papá se convirtió en un lento y largo silbido agudísimo que perforaba los oídos. Lo cuidó hasta su último día y lo lloró en el entierro. No quise formular las preguntas que harían que mamá se avergonzara de su vida entera, de darle el lado derecho de la cama y el mejor trozo de pavo –la carne blanca en filetitos– a su verdugo, del emborronamiento de su amor propio, de su condición de mujer miserable y prisionera, de su callar por miedo a que papá la abandonara, un silencio brutal, como una mano enorme de verdugo que te tapa la nariz y la boca mientras silba
  • Maria gabriela Cruz rodriguezцитирует2 часа назад
    creas que soy yo, aunque suene exactamente como mi silbido, aunque después del silbido escuches mi voz diciéndote que me abras, que me pasó algo, que tuve un accidente. No te asomes, mijita linda, aunque escuches la voz de tu papá o de tu mamá o de alguien que quieras mucho, del amor de tu vida, de tus hijos. Aunque te ordenen que te asomes, aunque te amenacen, aunque te rueguen, aunque lloren, aunque te prometan el oro y el moro, aunque digan tu nombre una y otra vez. Por favor, prométeme que si escuchas a El que silba no te vas a asomar.
    –¿Qué pasa si te asomas?, preguntó mamá.
    –Cosas demasiado espantosas para contárselas a una niña, mamita. Prométame que no se va a asomar nunca, prométame.
  • Maria gabriela Cruz rodriguezцитирует2 часа назад
    Era un mundo autosuficiente, un mundo sin miedo, un mundo feliz. Lo que quiere decir exactamente que mamá y su abuela eran autosuficientes, sin miedo, felices.
  • Maria gabriela Cruz rodriguezцитирует2 часа назад
    Mamá se llenaba de poesía al describirla, como la casa de una abuela de cuento, pero sabía que era una fantasía. Los lugares donde una ha sido feliz siempre se recuerdan hermosos. Era, en verdad, la típica casa desvencijada de los campesinos de la zona: opulenta en madera podrida, insectos y latón, sin retrete, agua o electricidad. Ahí vivía la abuela de mamá, ya sola, porque el abuelo de mamá se había largado con otra mujer cuando mamá era niña. Ahí apareció mamá un día con su perra huérfana de cachorros y una maleta.
  • Maria gabriela Cruz rodriguezцитирует2 часа назад
    Mandé dinero a casa, hablé por teléfono con mis padres y les dije que besaran a mi niña por mí, entré a un supermercado y compré carne y fruta fresca, me tomé un café sentada en la terraza de un bar como cualquier mujer.
  • Maria gabriela Cruz rodriguezцитирует2 часа назад
    Ese día, con lo que envió el tal Alberto, me sentí humana por unas horas. Mandé dinero a casa, hablé por teléfono
  • Maria gabriela Cruz rodriguezцитирует3 дня назад
    ¿Crees que tu historia es digna de un libro pero no sabes cómo contarla? ¡Llámame! ¡Yo escribiré tu vida!
    No pensé que ese mensaje, con sus signos de exclamación, fuera a interesarle a nadie.
    A la hora sonó mi teléfono. Número desconocido.
    –Tengo una historia que el mundo debe conocer.
    Se llamaba Alberto. Dijo que vivía en un pueblo del norte, que pagaría lo que le pidiera, que no podía darme más detalles por teléfono y que tendría que viajar al día siguiente si me interesaba el trabajo.
    Después de un silencio que ninguno rompió, pedí mucho dinero porque esa voz me daba miedo, porque tendría que atravesar un país que no conocía y porque pensé que pagar esa cifra a una desconocida, a una extranjera desconocida, lo haría desistir.
    –En este momento te envío una parte.
    El que dejara de tratarme de usted me asustó. Esa familiaridad que a veces adoptan los hombres mayores y que no sabes si es porque te ven como a una hija boba, porque te quieren meter mano o por ambas cosas.
  • compinchasacra2zцитирует4 дня назад
    Las mujeres desesperadas somos la carne de la molienda. Las inmigrantes, además, somos el hueso que trituran para que coman los animales.
    El cartílago del mundo. El puro cartílago. La mollerita.
  • compinchasacra2zцитирует4 дня назад
    nadie llamó a la policía porque en ese barrio todos sabían que lo que de verdad castigaba la policía era estar sin papeles, no ser violador.
  • compinchasacra2zцитирует4 дня назад
    que dejara de tratarme de usted me asustó. Esa familiaridad que a veces adoptan los hombres mayores y que no sabes si es porque te ven como a una hija boba, porque te quieren meter mano o por ambas cosas.
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