En mi Estado lo haría todo al revés
que de costumbre, pues no admitiría
ni comercio, ni título de juez;
los estudios no se conocerían, ni la riqueza,
la pobreza o el servicio; ni contratos,
herencias, vallados, cultivos o viñedos;
ni metal, trigo, vino o aceite;
ni ocupaciones: los hombres, todos ociosos,
y también las mujeres, aunque inocentes y puras;
ni monarquía...