—Hace años te dije que las cosas importantes no se suelen olvidar. Y esto —dijo enseñándole las flores de nomeolvides— me hizo recordar cuánto te necesito y te quiero. Intenté odiarte y olvidar tus ojos, tu boca, tu sonrisa, para dejar de sufrir al pensar en ti. Te quiero como nunca voy a querer a nadie, ¿sabes por qué, cariño? —Elsa, con los ojos anegados en lágrimas, negó con la cabeza, y él dijo—: Porque olvidé olvidarte.