Los Analectas de Confucio ofrecen profundas reflexiones y explícitos mensajes sobre la ética, la moral, el orden social, la gobernanza y los rituales que deberían regir el mundo.
Pocos filósofos han influido tanto en la idiosincrasia de un pueblo como Confucio, quien se podría decir que ha acuñado la identidad cultural de la nación china.
Su obra más importante son sus Analectas, cuya tesis central se basa en la Benevolencia, que es el «amor al prójimo» y “la lealtad y la tolerancia”. Asimismo, su obra refleja los ideales políticos del Maestro, quien siempre defendió “gobernar por la virtud” en contra del despotismo y, como gran pedagogo, abogó por «impartir la educación sin diferenciación de las condiciones socioeconómicas”.
Contemporáneo de grandes filósofos como Parménides, Heráclito o Platón -quienes indagaron la esencia ontológica-, las enseñanzas de Confucio rebasan sin embargo los límites de la metafísica para extenderse a la literatura, a la erudición, a la política, a la religión, a la pedagogía y a la ética. Quizás justamente por esta peculiaridad, siguen vigentes sus razonamientos, consejos, moralejas, anécdotas e instrucciones, así como sus reflexiones, contenidas todas ellas, en las Analectas.