¿O vamos a tener conciencia y entender que ahora, formas de hacer, formas de hablar, formas de moverse ––incluso la naturalidad de una gestualidad y presentación del yo propias del tipo de gestión que nos ha permitido anudar relaciones, mediar conflictos, promover la fe en la capacidad de sobrevivir las crisis, las carencias, armonizar, anteponer el pragmatismo a los principios cuando es necesario garantizar la vida, improvisar lo que se podrá comer cuando no hay nada, consolar, alentar y esperanzar—, podrán entonces entrar y colonizar la distancia, la exterioridad, del quehacer considerado político?