Un grupo de conscriptos comparte las fotografías de una en un ritual que entraña compañerismo y excitación; mujer después de años, cumplir la ilusión que alimentó su deseo adolescente. Un hombre alcalde se enamora de una mujer joven por la que está dispuesto a dejarlo todo, pues ella encarna la última y uno de ellos la conoce por causalidad y decidir más grande felicidad que la vida le puede ofrecer. Niños que espían en la ducha a la esposa de su maestro. Jóvenes que juran amistad eterna sin sable que una tradición ensombrece su futuro. Todos decididos un saltar al vacío.
Los cuentos de Eric Nepomuceno desmienten la percepción arraigada que tenemos de la experiencia como el remedio a los machos humanos. No importa si los personajes se enamoran por primera vez, si necesitan confiar en la pureza de las pasiones, si deciden apostar su resto por una mujer que estremece esa parte de si mismos que parece llevar muerta demasiado tiempo: el corazón. Todos optarán por perder el mundo con el recuento de no perder la esperanza. En su decisión pesan más los sueños, el apego, el deseo de felicidad, que la realidad. Porque presienten que no vale la pena vivir de otra manera.