Las cartas a Julieta (1950) tienen una doble lectura. Una, la más obvia, permite adentrarnos en el corazón de un enamorado de un joven romántico que cree haber encontrado el amor definitivo luego de unas vacaciones de fin de año en su población natal. Los textos destilan pasión, dudas de amor, promesas de triunfo… En entrelíneas se puede hacer seguimiento a la búsqueda espiritual, existencial e intelectual del joven Gonzalo Arango. También se desprende, de la lectura, una obsesión: la de “llegar a ser algo”, se esfuerza, lee, estudia hasta la madrugada. Finalmente, estas cartas de amor preludian el gran escritor del género epistolar que sería el futuro Gonzalo Arango.