El ritmo desbordante, las metáforas deslumbrantes y el empleo sugestivo, seductor y colorista del lenguaje, se unen aquí en su forma más madura a los descubrimientos métricos y rítmicos de extrema musicalidad. El resultado son poemas que parecen excelsas sinfonías.
Su esteticismo y sus temas habituales vuelven a aparecer en este libro en su forma más madura, con la novedad de presentar algún velado reproche político a las ambiciones estadounidenses en Latinoamérica (invasión de Panamá en tiempos de Roosevelt), contraponiendo una visión nostálgica y espiritualista de España a la depredación materialista de Estados Unidos. No obstante, el mismo poeta puntualiza que su interés en estas cuestiones reside en que son muestras de algo «universal».
Destacan, entre otros, los poemas «Canción de otoño en primavera», «No obstante…», «A Phocás el campesino», «Nocturno» (dos poemas), «Soneto autumnal al marqués de Bradomín», «Allá lejos» y «Lo fatal», en los que la musicalidad se reduce para adecuarse a un tratamiento mucho más impresionista y colorista, con mayor transmisión de emociones más hondamente humanas.