estás pensando en el valor que requiere el esperar primero y aceptar después los resultados médicos de un ser querido, estás equivocado: eso sería egoísta y presuntuoso. En este tipo de situaciones, eres un mero espectador del drama de otra persona. El coraje lo demuestra quien sufre en primera persona, no quien está a su lado y lo cuenta. El dolor es así, inenarrable incluso cuando han pasado décadas.