La agonía y posterior muerte de la madre de Simone de Beauvoir es relatada, en forma pormenorizada por la gran escritora existencialista se convierte, de este modo, en el acontecimiento revelador de una verdad que pone en crisis todos los soportes en los que lo que la vida se asienta. La nada iguala todas las cosas como meras apariencias vacías y, por consiguiente, no hay razones de fondo para preferir unas a otras, salvo las arbitrarias inclinaciones afectivas. De hecho, Beauvoir describe la completa indiferencia de su madre hacia todas las cosas poco antes de su muerte: Me da lo mismo. Y después de un momento de reflexión: Lo que me inquieta es que todo me da igual. La muerte es la apoteosis de la irracionalidad de una existencia que es en sí misma absurda.— «No hay muerte natural: nada de lo que sucede al hombre es natural puesto que su sola presencia pone en cuestión al mundo. La muerte es un accidente, y aun si los hombres la conocen y la aceptan, es una violencia indebida.»