Menéndez, como cubano que ha sido crítico con el proyecto comunista de su país y que ha emigrado hace casi veinte años, imagina un viaje en busca de los vestigios de la izquierda y del comunismo en el mundo que se presentaba como una tentativa casi fatal, con resonancias de destino. Había que partir con un propósito. Aunque fuera uno pequeño y engañoso, o romántico. «Vamos a empezar por Cuba. Y luego por Sudamérica donde la izquierda ha ido ganando terreno». Una idea inevitable que había que redondear: «Y luego nos vamos al Sudeste asiático. A ver qué queda del rojo de sus Revoluciones».
Rojo aceituna nos demuestra cómo es posible y cómo se lleva a cabo un viaje alrededor de gran parte del mundo en el siglo xxi que nos ha tocado vivir. Cuando todo parece estar conectado, en línea, continúa habiendo espacio para la mirada, el desplazamiento, el descubrimiento en un mundo globalizado, con sistemas políticos cambiantes, con una crisis económica que domina el horizonte. De la vieja Europa ensimismada a la emergente América en todas sus posibles vertientes. China, y el Sudeste asiático. Pueblos, gentes, escenarios. El viaje como marco de conocimiento, alimento de curiosidad. Con mucho de humor y de aventuras. El viaje como creación.
«No queríamos vagar ociosos de un lugar a otro, necesitábamos creer que nuestro viaje tenía otro sentido. Entonces no sabíamos que uno de los engaños más felices y útiles sobre el viaje es creer que uno se encuentra en pos de algo», Ronaldo Menéndez.