En aquellas reuniones, yo hacía circular un bol de Apericubos; las chicas reclamaban algo de bossa nova y yo ponía un disco que mi padre me acababa de traer de Nueva York: la banda sonora de Juan Salvador Gaviota, de Neil Diamond. Nada más lejos de la bossa nova, pero las modelos adoraban –y siguen adorando– esa música remilgada (es un truco que os confío); o bien Year of the Cat, de Al Stewart, un éxito garantizado: aquí se ponían a aplaudir y a gritar «¡Uaaau!».