La máscara, el maquillaje que reformula las identidades: José Donoso ha buscado siempre en sus relatos, obsesivamente, ese otro rostro posible de los seres y las cosas. «El lugar sin límites», novela que llevó al cine el mexicano Arturo Ripstein, juega eficazmente con el engañoso espejo de los sexos —la Manuela— en un prostíbulo de pueblo, especie de infierno anodino donde confluyen no sólo las pasiones eróticas sino además los sórdidos juegos de poder y dominación que suelen marcar los territorios degradados. Metáfora de la postergación y el encierro, esta novela muestra una marginalidad contra la cual el doble filo de las apariencias parece la única estrategia posible, aunque signifique tentar a la muerte.