Los síntomas actuales, las diversas sexualidades, las nuevas constelaciones familiares, la intervención de la ciencia en los asuntos privados, las redes, las pantallas, los consumos, youtubers devenidos líderes, las infancias y el empuje a definirse, violencias y femicidios, están encarnados por sujetos que no esperan al psicoanalista para gozar (cada quien a su modo), pero lo encontrarán, en el mejor de los casos, para alojarlos cuando lo que no anda devenga pregunta. Nuestra sociedad, nuestras calles, gritan por ni una menos, por el debate sobre la ley del aborto y por el lugar de las mujeres en los trabajos, sin embargo, como sostiene Miller, el goce es rebelde a toda universalización, tal como lo queer, subraya. Los analistas, interpelados en nuestro no tener todas las respuestas, inventamos espacios para pensar las presentaciones clínicas actuales, diseñar nuevos dispositivos y abordar el trabajo entre muchos, a la vez que entendemos, con Lacan que es crucial no teorizar la sexualidad en términos de género, sino en términos de goce, siempre singular, siempre uno por uno.